
Padezco una sequía de amadas letras
de latidos, de sangre, de lágrimas
y aturdido en la nocturnidad que no me daña
me debato entre el peso y la levedad
entre el año extinto y el que nace sin sentido
entre mi secuestrada juventud
y el venidero atardecer hacia la muerte.
Si esto es inspiración, soy un execrable poeta
pues la rasgueo con vacíos infinitos
ya no sólo desconozco a quién escribo
perdí el grial que me daba la respuesta
al por qué dispersaba mis versos aún a la nada.
Una tecla me canta como ave abrileña
me recuerda haber “nacido”
en el mes de Cervantes y Vallejo.
Abriles infinitos sin fechas
sólo estas grafías eternas
ensordeciendo a la muchedumbre
con mis solitarios afectos
como ruletas rusas sin víctimas
que juegan a pasos eternos.
Algunas veces me quisieron
solamente ello.
Herí
no lo suficiente
para ganarme el horizonte
del patíbulo inconsciente.
Me hirieron
no lo suficiente
para abrazarte negra muerte
y amar la eternidad inmensamente.