
Hoy, al escucharlo, remembré dolorosamente la circunstancia que me hizo compartir espontáneamente tan bella música, quedándome con las mismas interrogantes sin respuestas del final de “Once upon a time in America” o “Cinema Paradiso”, obras que resaltan por el fondo musical de Morricone y por el desamor nostálgico. No cesan en mi mente y corazón los vacíos de confusión e inexplicables absurdos que hacen envidiarme a mí mismo al recordarme sentado solitariamente en aquel cine.
El pentagrama silencioso se animó un día a sonar y se atrevió a compartir la música de su alma, aún cuando presintiere que su final constaba de un epílogo con más interrogantes sin una sola respuesta.

"El amor no es todo" le dijo mil veces su oyente con arrogancia, cada vez que el pentagrama quería soñar y vivir.
El piano se ha roto, la lira clama con tristeza el haberse develado inútilmente. ¡Viva el cobarde verdugo llamado orgullo! Las pompas y formalismos, el amor fue asesinado, el amor ha muerto, el pentagrama se halla hoy vacío por dejarse escuchar. Y es mejor seguir siendo un pentagrama silencioso que un ser sin alma.
El piano se ha roto, la lira clama con tristeza el haberse develado inútilmente. ¡Viva el cobarde verdugo llamado orgullo! Las pompas y formalismos, el amor fue asesinado, el amor ha muerto, el pentagrama se halla hoy vacío por dejarse escuchar. Y es mejor seguir siendo un pentagrama silencioso que un ser sin alma.
Fábricas del amor - Juan Gelman
Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié,
te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié,
te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma
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