te esperé un Domingo de abril
mas recordé cruzaste otra vereda
y quedé con un estigma solo y mudo
como quien abre su mirada esclava
ante sombras frías y calladas.
Remembré tardes, noches, ensueños
enloquecidos por la flama
eras una perla nacarada
danzando en el mar de un amor
aquel sólo mío sin parapetos
desnudo, sincero y puro
pues al hombre qué le vale
tener el título y la honra
de mortales tan mortales
como hipócritas sin sombra.
Te ví en impertérrita marea
mas pude susurrarte aún
cantos en tu alma y corazón.
Y hoy como un ciego navego
sobre un lago muerto
de eternas soledades
de eternas soledades
en el cual ya no te veo
en el cual ya no te siento.
en el cual ya no te siento.